El Viñedo, el padre de todos nuestros vinos.
Como día dedicado a nuestros padres y como sesión dedicada al padre de todos nuestros viñedos, permitidme que hagamos referencia al suelo, al campo, al terroir.
En realidad, nuestra tierra es quien nos abastece de nuestros ricos vinos, ya que en ella se originan y en bodega sólo tenemos que acabarlos.
Pero nuestro suelo manda.
Es caprichoso y amable a la vez.
Es directo e imparable a la hora de cualificar de forma diferente a nuestros vinos, para que nos otorgue, sensaciones diferentes y que nuestro abanico de opciones, sea enorme y muy suculento.
Por eso, nuestra viña crece y se desarrolla, teniendo en su memoria cada uno de los parámetros que el suelo le regala.
Un suelo que ve cómo los primeros años, sin dar producción, la cepa va adquiriendo la fuerza necesaria para que en poco tiempo despierte todo su carácter personal.
También ve cómo sus raíces penetran con fuerza en él, y poco a poco, con el tiempo su tronco se angosta y agranda, empezando a retorcerse, mediante nudos, que obligan a los nutrientes a ser cada vez más potentes para llegar a despuntar con éxito, ofreciendo a su vez, menos cantidad de fruta, pero con una calidad superior.
Sin duda, al igual que un padre, ve cómo su hijo crece poco a poco, se desarrolla, echa raíces y vive su vida individual y característica, nuestro campo, ve cómo el viñedo lo hace de la misma forma.